Una de las consecuencias de hacerse mayor, superada la edad de jubilación, es dejar de ser útil por ti mismo. Uno de mis mejores amigos fue concebido cuando sus padres eran mayores, y por tanto el crecimiento del niño coincidió con la llegada a la edad de jubilación de los padres.  Esta situación es particular, porque no es lo normal.
Lo normal es que los padres tengan a los hijos cuando son jóvenes, es decir a partir de los 25 o 26 aƱos, que es cuando normalmente se acaba la carrera y se empieza a trabajar. Esta situación no siempre es asĆ, porque en muchas ocasiones existen personas que tienen embarazos durante la adolescencia, y dan a luz. En este caso no se produce el problema del que vamos a hablar hoy.
Resulta que cuando las parejas deciden tener un hijo, pasados los 40 años, se da la situación en la que los padres envejecerÔn cuando el hijo tenga suficiente independencia. Si todo va bien, el hijo podrÔ cuidar o supervisar a los padres durante una temporada. Pero llegados un punto, el hijo tiene que volar del nido, y se produce el momento en el que los padres ya mayores se quedan solo.
En esta situación caben varias posibilidades. En un primer lugar los padres se pueden cuidar por sà mismos, y no necesitan ayuda externa; o los padres, a pesar de poder cuidarse, necesitan ayuda para algunas tareas, y/o necesitan supervisión por temas de salud; y, por último, nos encontramos en la situación en la que necesitan ayuda y/o supervisión continuada, por una persona que esté a su lado.
A pesar de que los hijos muchas veces intentan cuidar de los padres todo lo que pueden, existe la costumbre de enclaustrar a los padres en un asilo o residencia de personas mayores. A mi amigo esta solución le parecĆa muy drĆ”stica, e injusta para sus padres que le habĆan dado todo lo posible e imposible, para tener una vida digna.
El caso de mi amigo es especial, ya que sus dos padres viven todavĆa y pueden llevar una vida normal. Pero por los problemas de salud del padre, tiene que tener a alguien que estĆ© disponible las veinticuatro horas del dĆa por si hay una emergencia. La idea de una residencia, como ya adelantĆ©, no le agradaba nada. Por tanto, decidió buscar alternativas que aportara autonomĆa a sus padres.
Me detengo un momento para hablar de la autonomĆa, porque es falso que las personas mayoras cada vez son mĆ”s independientes. Las personas mayores pueden aprender a ser mĆ”s autónomas. El hecho de que una conducta se aprenda, cambie o se repite no depende del estado de salud, sino de los antecedentes y las consecuencias, que pueden ser utilizados por los familiares para que las personas mayores desarrollen nuevas conductas o dejen de lado otras molestas.
Apartamentos tutelados
Tras mucho buscar, mi amigo, descubrió los apartamentos tutelados. Estos apartamentos permiten que los padres de mi amigo hagan su vida normal, ya que contienen todos los elementos necesarios para realizar una vida normal. AdemÔs, y como elemento diferenciador respecto a contratar a una persona que cuide a las personas mayores, estos apartamentos disponen de sistemas de teleasistencia y supervisión médica en todo momento.
Encontrar este tipo de apartamentos en Madrid es relativamente sencillo. Pero dado que mis padres querĆan mudarse a un apartamento de este tipo por comodidad, y su casa la querĆan vender para sufragar los gastos, necesitĆ”bamos un apartamento tutelado en el que se pudieran introducir los muebles propios. Fue un poco difĆcil de encontrar, pero al final mi amigo encontró apartamentos de la empresa Sanvital.
Actualmente, los padres de mi amigo viven en un apartamento que no estĆ” nada mal, disponen de atención personalizada las veinticuatro horas del dĆa, y lo mĆ”s importante de todo, es que el padre de mi amigo puede seguir sentĆ”ndose a ver al fĆŗtbol en su viejo sillón con ese estampado estrafalario de los aƱos setenta.
En conclusión, existen posibilidades diferentes a los asilos, como los apartamentos tutelados, que permiten desarrollar autonomĆa a las personas mayores, con todas las ventajas de una residencia.