Contar con un asesor fiscal cuando te das de alta como autónomo siempre es buena idea

Dar el paso de convertirse en autónomo es una decisión que implica no solo un cambio profesional importante, sino también una serie de responsabilidades legales, fiscales y administrativas que no siempre son fáciles de manejar sin experiencia previa. Muchas personas que inician su actividad por cuenta propia creen que pueden gestionar todo por sí mismas, pero pronto descubren que la realidad es más compleja de lo que imaginaban. Por ello, contar con asesoramiento fiscal desde el primer momento puede marcar una gran diferencia, tanto para evitar problemas como para optimizar la gestión económica del negocio.

Uno de los principales motivos por los que es recomendable recurrir a un asesor fiscal al darse de alta como autónomo es la complejidad de los trámites iniciales. Aunque a simple vista pueda parecer un proceso sencillo, la elección de epígrafes del Impuesto de Actividades Económicas, la inscripción en la Seguridad Social o la correcta cumplimentación de los modelos de alta en Hacienda son pasos que requieren precisión. Un error en esta fase puede traducirse en pagos innecesarios, sanciones o incluso la imposibilidad de deducir ciertos gastos en el futuro. Un profesional con experiencia conoce bien el procedimiento y puede guiar al nuevo autónomo para que su alta se realice de forma correcta y adaptada a la naturaleza de su actividad.

Más allá de los trámites iniciales, el asesoramiento fiscal es clave para entender las obligaciones tributarias que conlleva trabajar por cuenta propia. Muchos autónomos desconocen qué impuestos deben presentar, con qué periodicidad y cómo calcularlos. Presentar tarde una declaración o hacerlo de forma incorrecta puede acarrear multas considerables que podrían haberse evitado con una correcta planificación. Un asesor fiscal no solo se encarga de gestionar estas presentaciones en tiempo y forma, sino que también ayuda a calcular los importes de manera precisa, teniendo en cuenta deducciones, gastos y beneficios aplicables a cada caso.

Otro aspecto en el que un asesor resulta de gran ayuda es en la optimización fiscal, tal y como nos explican los asesores de Toledano Gestión Integral y es que, según ellos, ser autónomo no significa pagar siempre lo mismo en impuestos, ya que existen estrategias legales para reducir la carga tributaria, como la elección de la base de cotización adecuada, el aprovechamiento de deducciones específicas o la posibilidad de acogerse a ciertos regímenes fiscales más beneficiosos. Sin el conocimiento técnico adecuado, es fácil dejar pasar oportunidades de ahorro que a lo largo del año pueden representar una cantidad significativa de dinero.

El asesoramiento fiscal también aporta tranquilidad y seguridad en un terreno que para muchos es desconocido. La normativa tributaria cambia con frecuencia, y mantenerse al día exige tiempo y dedicación que el autónomo podría invertir en el desarrollo de su negocio. Un asesor profesional se mantiene actualizado y se anticipa a los cambios, informando de cualquier novedad que pueda afectar a la actividad y adaptando la estrategia fiscal a las nuevas circunstancias.

Además, en caso de recibir una inspección o requerimiento por parte de la administración, contar con un asesor supone una ventaja indiscutible. Estos profesionales saben cómo responder a las solicitudes de información, qué documentación presentar y cómo defender los intereses del autónomo frente a posibles discrepancias con Hacienda. Esto reduce el estrés que puede generar una situación de este tipo y aumenta las posibilidades de resolverla de forma favorable.

A todo ello se suma el valor intangible de poder delegar una parte de la gestión del negocio en manos expertas. Muchos autónomos dedican horas a tratar de entender la burocracia y preparar sus declaraciones, tiempo que podrían destinar a captar clientes, mejorar sus servicios o desarrollar nuevos proyectos.

¿Cuál es el proceso para darse de alta como autónomo?

Darse de alta como autónomo en España implica cumplir una serie de pasos administrativos que aseguran que la actividad quede registrada y cumpla con todas las obligaciones legales y fiscales. El proceso comienza con la inscripción en la Agencia Tributaria, donde es necesario presentar el modelo 036 o 037 para comunicar el inicio de la actividad. En este trámite se especifican datos como la fecha de inicio, la actividad económica que se va a desarrollar, el régimen fiscal aplicable y el lugar donde se llevará a cabo el trabajo. La elección correcta del epígrafe en el Impuesto de Actividades Económicas es fundamental, ya que determina aspectos como el tipo de IVA que se aplicará o las obligaciones contables.

El siguiente paso es registrarse en la Seguridad Social como trabajador autónomo. Este trámite debe realizarse en un plazo máximo de 60 días antes de comenzar la actividad, aunque en la práctica se recomienda hacerlo de forma inmediata tras el alta en Hacienda. Para ello, se utiliza el modelo TA0521, en el que se elige la base de cotización y se determinan las coberturas, como la contingencia por cese de actividad o las prestaciones por incapacidad temporal. Actualmente, con la entrada en vigor del sistema de cotización por ingresos reales, el autónomo debe declarar una previsión de ingresos anuales que determinará la cuota mensual a pagar.

En algunos casos, especialmente cuando la actividad se desarrolla en un local abierto al público o tiene impacto sobre el entorno, puede ser necesario obtener licencias o permisos municipales, como la licencia de apertura o la autorización sanitaria. Estos requisitos dependen de la normativa de cada ayuntamiento y del tipo de negocio, por lo que conviene informarse previamente para evitar sanciones.

Una vez dados de alta en Hacienda y en la Seguridad Social, es importante cumplir con las obligaciones fiscales periódicas. Esto incluye la presentación trimestral del IVA, el pago fraccionado del IRPF y, en su caso, otras declaraciones específicas en función de la actividad. También se debe llevar un registro ordenado de facturas emitidas y recibidas, así como conservar toda la documentación que pueda ser solicitada en una inspección.

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