¿Por qué instalar taquillas en los colegios?

¿Te has parado a pensar fríamente la cantidad de cosas que lleva un niño al colegio? Algunos salen de casa a las 8 de la mañana y no vuelven, por las actividades extra-escolares, hasta las 7 de la tarde, o después. Acarrean todo el día con una mochila en la que portan objetos que harán servir en momentos puntuales. Su mochila pesa más que la de un soldado de infantería. Por sentido común hay que aliviarlos. Parecen animales de carga. Instalar taquillas en el colegio es una solución.

Cuadernos, libros, bolígrafos, material deportivo para la clase de gimnasia, el bocadillo, material extra para las actividades extraescolares, a determinada edad, un teléfono móvil para comunicarse con los padres, el monopatín, la pelota, los cromos…  La mochila de un estudiante es una bolsa mágica de la que cualquier cosa puede salir de ella. Y el caso es que la mayoría de esos objetos solo se utilizarán a una hora determinada. Los libros de texto y los cuadernos de fichas pasean de casa a la escuela, aun cuando no sea necesario que lo hagan.

Cada centro educativo tiene sus propias normas de organización, pero dotar a los estudiantes de unas taquillas personales para guardar sus cosas le hace más fácil la jornada. Ganan en calidad de vida, no tienen que acarrear con todo el peso durante todo el día; les proporciona autonomía, ellos se hacen responsables de sus objetos y los gestionan en función de cuando los necesitan. Y les aportan intimidad, un espacio personal en un lugar como la escuela, donde todo tiende a socializarse.

Encontramos taquillas en los gimnasios y piscinas, para que la gente pueda cambiarse y guardar la ropa de calle tras sustituirla por el equipamiento deportivo. En muchos centros de trabajo hay vestuarios, con taquillas individualizadas para el trabajador. Las consignas de los supermercados y de las estaciones de transporte son taquillas de uso temporal. Unas se alquilan para guardar el equipaje y otras se utilizan para dejar allí los objetos que no se permiten portar dentro del área comercial. Si el empleo de taquillas se ha generalizado en estos ámbitos, ¿por qué no hacerlo también en los centros educativos?

Las taquillas en la cultura popular.

Estamos acostumbrados a ver películas y series de adolescentes ambientadas en institutos y colegios donde aparecen largos pasillos plagados de taquillas para los alumnos. Uno puede pensar: “Eso es cosa de los americanos.” “Solo pasa en las películas.”  No, se utilizan por cuestiones de eficacia.

La zona de taquillas era frecuente en las películas y telefilms de los años 80 y 90. Gracias al cine sabemos que se llevan utilizando desde la década de los 50. La operatividad de la organización castrense y del mundo del trabajo trasladada al ámbito educativo. En su taquilla el alumno guarda sus libros y objetos personales y no tiene que estar preocupándose el resto del día por vigilar y trasladar sus pertenencias. En el casillero están a buen recaudo. Esto le ayuda a concentrarse en las tareas importantes.

El área de taquillas en estas películas es donde se prepara la acción. Los personajes comentan en esta zona lo que está sucediendo o urden lo que va a suceder en la escena siguiente. Esta es la función real de las taquillas. Desde su taquilla el alumno prepara la siguiente actividad que va a realizar. Eso fomenta la responsabilidad. Las taquillas en la ficción también eran un lugar privado y personal. Los personajes la decoraban con fotos y en ellas guardaban amuletos personales. Algo que también sucede en la realidad. El respeto a la intimidad y singularidad de las personas es tan importante en la educación como instruir en la interacción colectiva.

Tipos de taquillas.

En el blog paperblog hacen una clasificación muy interesante de las taquillas por el material de fabricación. Aconsejan unas u otras en función de las características del lugar donde se van a instalar. Indican que las que están hechas en melanina son adecuadas para escuelas, hospitales y oficinas. Las producidas en HPL, tableros especiales estratificados, son aconsejables para lugares con altas temperaturas. Las producidas en plástico para ambientes con mucha humedad. Y las metálicas se adaptan a cualquier lugar y son propicias para colgar ropa.

En cuanto a su fabricación y montaje, podemos encontrar taquillas o grupos de estas fabricadas por módulos, que se pueden ensamblar y fijar a la pared; o bancos de taquillas construidos a medida. La primera opción permite trasladar las taquillas de una ubicación a otra cuando se necesite, y ajustarlo según el espacio disponible, y la segunda ofrece un encaje perfecto, dando una imagen seria y profesional. En su contra, tienen que se han de quedar fijas y no se pueden trasladar.

Respecto a la forma y acabado existe una amplia variedad. Cada fabricante oferta varios modelos para que el cliente pueda elegir según sus gustos y necesidades. Tenemos desde taquillas rectangulares altas, en la que se pueden colgar chaquetas y abrigos hasta otras cuadradas de distinto tamaño que solo permiten almacenar libros y pequeños objetos. Hay algunas que recuerdan las consignas de una estación de tren y las más utilizadas, inspiradas en las tradicionales taquillas metálicas con unos acabados más actualizados.

Una de las cuestiones que preocupan a los centros educativos que las instalan es el sistema de cierre. Hay taquillas que cierran con llave, otras con combinación y otras que dejan un espacio para cerrarlas con un candado adquirido por el alumno. Las llaves pueden suponer un problema, siempre se pierden algunas. En ese caso la taquilla queda inoperativa y hay que forzarla para abrirla, con el consiguiente peligro de romperla. Actualmente, existen taquillas que se accionan desde un panel digital informatizado adosado al lateral del banco. Introduciendo una contraseña, el alumno puede abrir y cerrar su propia taquilla.

Las taquillas inteligentes.

Es la última tendencia en el mundo de las taquillas. Aplican la tecnología informática a este mobiliario. Cada banco se gestiona desde un programa informático, con él se le adjudica una contraseña personalizada a cada usuario. También se puede bloquear a determinada hora, de forma que nadie pueda abrirlas.

Este tipo de taquillas cuentan con una aplicación informática que el estudiante puede instalar en su móvil y desde ahí gestionar, abrir y cerrar su propia taquilla. Esta puede estar provista de enchufes y cables para recargar sus dispositivos móviles con toda seguridad. Los bancos de taquillas suelen contar con Wi-Fi que se puede utilizar libremente en el área en el que están instaladas.

Son un sistema de almacenamiento seguro y dinámico. No da pie a ningún problema de seguridad cuando se traspasa el uso de una taquilla de un alumno a otro. Una taquilla que se queda libre se le puede adjudicar a otro estudiante solo con cambiar la contraseña. No existe el problema de que se extravíen las llaves. La información relativa a las taquillas queda almacenada en la nube, por lo que no satura la memoria del ordenador desde el que se gestiona todo el sistema.

Adquisición y gestión de las taquillas.

Hay centros educativos que están decididos a colocar una zona de taquillas en sus instalaciones. Algunos ya los tienen y desean aumentar el número. Hay otros que presentan dudas razonables. ¿Funcionará bien el sistema de taquillas o será un caos? ¿Cómo lo recibirán los alumnos? ¿Su gestión supondrá mucho trabajo?

Muchos fabricantes de taquillas venden sus productos a empresas y colegios. Pueden fabricarlos a medida, encargarse del transporte y de la instalación. Cada vez más productores optan por ofrecer servicios de alquiler. Según Taquicel, una empresa aragonesa que lleva en el sector desde 1993, esta es una opción muy interesante a tener en cuenta.

En este caso, el colegio no es el propietario de las taquillas, estas pertenecen al fabricante o la empresa arrendadora y las coloca en el centro educativo durante el tiempo pactado. Si el colegio no está satisfecho con el servicio que han prestado las taquillas, está a tiempo de retirarlas al terminar el contrato. Si lo desea puede ampliar el plazo por más tiempo, sin tener que adquirir un aparatoso mobiliario que no sabe si con el paso de los años le seguirá interesando mantener. Algunas de estas empresas se encargan de su mantenimiento. Revisando las taquillas y dejándolas en óptimas condiciones antes del inicio de cada curso académico. Enviarán a algunos de sus técnicos siempre que haga falta realizar alguna reparación o puesta a punto.

Esta alternativa no es solo ideal para aquellos colegios que aún muestran reservas respecto a la adquisición de bancos de taquilla, sino para esos centros educativos que no desean cargarse con más tareas de la cuenta, como puede ser la gestión de una zona de taquillas.

Las taquillas facilitan la vida al alumno y al colegio. Descargan al estudiante de tener que trasladar y vigilar sus pertenencias y le permiten centrarse en las actividades escolares. Aumentan la seguridad en el centro, reduciendo hurtos y extravíos. Educan en la responsabilidad individual. Y permiten diferentes opciones para que el centro pueda instalarlas.

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