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La seguridad laboral e industrial, una demanda creciente entre las empresas

Una de las mayores reivindicaciones de sociedades como la española ha sido, tradicionalmente, el derecho a estar protegido de todos los peligros que representa la simple realización del trabajo de una persona. Esta ha sido la causa de muchas desgracias en muy diversos sectores con el paso de los años y es precisamente todo eso lo que ha motivado que exista un movimiento, liderado al mismo tiempo por sindicatos, partidos políticos, empresas y la sociedad en general, que demanda el derecho a permanecer a salvo de todo cuanto pueda poner en peligro la integridad física del trabajador.

Quienes defienden estos derechos no saben si alegrarse o llorar en los tiempos que corren. Alegrarse porque es cierto que la sociedad española ha progresado de un modo muy rápido y muy eficaz en ese sentido durante los últimos años y décadas. Llorar porque, en países como Colombia, más del 50% de las empresas se saltan a la torera todas las reglamentaciones existentes para salvaguardar la seguridad del empleado durante su jornada laboral.

Son varias las áreas de intervención en las que interviene la prevención de riesgos laborales, y todas ellas resultan necesarias e imprescindibles. Ninguna de ellas sobra y ningún trabajador del mundo debería ser privado de ninguna de ellas. En primera instancia, la higiene industrial, una regla que todavía falta por entender del todo. En segundo lugar, la medicina industrial, que da paso a la ergonomía y la psicosociología aplicada. Finalmente, y quizá la que más relacionamos con el concepto de “seguridad laboral”, la seguridad industrial.

La seguridad industrial es la máxima expresión de la seguridad industrial. Comprende todos los instrumentos que son necesarios para hacer posible que el trabajador esté protegido ante cualquier eventualidad que implique un riesgo físico directo para su cuerpo: el desprendimiento de una roca, una posible caída… La aparición de la seguridad industrial es el motivo principal por el cual los albañiles tienen que vestir cascos en todo momento o un arnés y por el cual son obligatorias las líneas de vida. Y es que cualquier protección es poca.

Las empresas, como los sindicatos, los partidos políticos y la sociedad en general, han ido adquiriendo conciencia acerca de la importancia tan grande que tiene mantener una seguridad industrial y laboral dentro de sus organizaciones. Esas empresas, especialmente las que están ligadas a un sector tan peligroso como lo es el de la construcción, son conscientes de lo negativo que resultaría para ellas perder a sus trabajadores por cualquier motivo asociado a la realización de su trabajo. Implicaría no sólo la pérdida de una persona, sino la pérdida de experiencia y también la depreciación de la imagen de la entidad. Workprotec, una empresa dedicada al suministro de material y de sistemas para garantizar la seguridad de los trabajadores, y sus profesionales han constatado ese creciente interés de muchas organizaciones en pos de garantizar la seguridad laboral de todos sus integrantes.

Un ángel de la guarda de las alturas

En altura los riesgos se multiplican y la necesidad de que la protección aumente de manera exponencial se hace más evidente. Son necesarios sistemas de seguridad en altura como lo son arneses y líneas de vida. También es importante lo relativo a la venta y revisión de epis y, cómo no, todas las labores de formación que entidades como Workprotec llevan a cabo con el firme objetivo de conseguir una reducción en el número de muertes y de lesiones que sufren los trabajadores.

Estamos acostumbrados, en la actualidad, a que de manera periódica aparezca una noticia en los medios de comunicación informando de la muerte de un trabajador como lo puede ser un albañil como consecuencia de la falta de los sistemas de seguridad que no sólo son pertinentes y recomendables, sino que son, al mismo tiempo, obligatorios por ley.

En el futuro seguirá siendo importante que las empresas sean capaces de evitar todos los peligros que caracterizan a los trabajadores de la construcción, por ejemplo. Aunque se trata de un asunto espinoso, lo cierto es que no es tan difícil su consecución. Adquirir los mejores sistemas es accesible, en cuanto a precio, para cualquier tipo de entidad. No caminar de la mano de la seguridad en el trabajo es un auténtico suicidio. El peligro que implica la posibilidad de perder a un trabajador y el peligro de que el Estado pueda implantar sanciones para todas aquellas empresas que no cumplan con las reglas de seguridad en el trabajo debe ser una amenaza lo suficientemente grande para disuadir a una empresa de seguir sin las medidas de seguridad pertinentes.

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